El verano casi se ha ido y los dueños de la cabra favorita de Heidi deciden no enviarla más a los prados para ser sacrificados. Es un día agridulce para Heidi y Pedro, que se divierten en su último día con la cabra pero al mismo tiempo ven sus esfuerzos este verano son infructuosos. En el último momento, Heidi oculta la cabra de su abuelo poniendo el trabajo de Pedro en un problema, por lo que el niño confiesa dónde está. Cuando su justo dueño aparece para reclamar lo que es suyo, Heidi logra convencerlo de que deje que la cabra viva.