¿Qué pasa si todo lo que ha sucedido o sucederá en el universo ya se ha determinado y no podemos cambiar nuestros destinos inevitables? Hasta el descubrimiento de la incertidumbre cuántica, los físicos estaban convencidos de que el libre albedrío no existe. Ahora los neurocientíficos y genetistas han entrado en la refriega, argumentando que el libre albedrío es una ilusión gracias a los genes con los que nacemos, los procesos automáticos que funcionan en nuestros cerebros y las presiones de la sociedad.